- 27.4 SDG
- 4 meses en UCIN

 

Mi bebé prematura nació pesando 977 gramos y midiendo 37 centímetros. Es la tercera hermanita; las dos anteriores fueron resultado de tratamientos de fertilidad. Al principio no podía creerlo, ya que mi embarazo fue inesperado. Desde el principio, sentí que algo era diferente: manchados y visitas constantes al médico. A pesar de eso, la bebé estaba bien.

 

En el segundo mes, tuve una hemorragia. Pensé que había perdido al bebé, pero su corazón seguía latiendo. Luego contraje COVID-19, lo que resultó en reposo absoluto durante el resto del embarazo y la aparición de muchos hematomas. A las 25 semanas de embarazo, empecé a perder líquido amniótico. Temí lo peor, pero gracias a Dios fui atendida por un excelente médico.

 

Fui hospitalizada el 11 de mayo para darle a la bebé la mejor oportunidad dentro de mi vientre, pero a las 27.4 semanas ya no fue posible. Mi bebé nació, lloró y todo parecía ir bien. Toleró mi leche y progresaba adecuadamente. Sin embargo, pronto nos informaron que necesitaba una operación debido a un absceso.

 

Antes de la operación, me asustaba verla. Tenía miedo de cómo luciría, pero al final era una bebé pequeña, una luchadora. La operaron y salió victoriosa después de 15 días.

 

Hubo más operaciones y complicaciones; enfrentamos momentos difíciles, incluyendo meningitis, convulsiones, paro cardíaco y sepsis. Finalmente, fue operada por un problema en el diafragma.

 

Permaneció conectada a tubos durante 4 largos meses en el hospital, pero cada día era una muestra de su fortaleza. A pesar de los desafíos, nunca perdí la fe y siempre confié en que Dios estaba escuchando mis oraciones. Mi bebé está a punto de cumplir un año. Aunque necesita estimulación temprana, sigue demostrando su valentía.

 

Los milagros existen.
Sí es cansado, sí es triste pero dios solo sabe el por qué. Mamis no dejen nunca de rezar y entregarle todo a dios es el único doctor maravilloso en nuestras vidas.

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- con amor, Judith.